EDITORIAL
La
campaña electoral, la "más violenta de la historia", según el Senador
Marcelo Fuentes, acaba de comenzar. En realidad se inició el 18 de enero con la
muerte del fiscal Nisman y con todas las acusaciones que brotaron como hongos
después de la lluvia de verano. Se continuó con la confirmación del
procesamiento de Amado Boudou por una de las tantas causas que acumula y que,
ahora mismo, le auguran un claro futuro de émulo de María Julia Alsogaray,
encanada e ignorada por la camarilla a la que sirvió y de la que pretendió
servirse en soledad. Seguirá, tal vez, con el avance de otro juez, Bonadío,
sobre la fortaleza más preciada del gobierno, el patrimonio de la familia
presidencial, la ruta del dinero, las fortunas mal habidas y la responsabilidad
penal del círculo más intimo y enriquecido del poder. Tal vez a eso se refiera
Fuentes en su declaración. Pero, además, hay otros actores en juego y hay
intereses muy poderosos que han sido afectados por algunas de las improvisadas
decisiones de un gobierno que deambula por el final del pasillo. Tomemos, por
ejemplo, a los centenares de agentes de la SIDE que han sido expulsados del
organismo junto a Jaime Stiusso y que no aceptarán con buen humor su
ostracismo. Volarán las carpetas, aparecerán las cuentas y casas y bienes a
nombre de testaferros, conoceremos videos y fotos comprometedoras, nos
asombrarán las "operaciones" que veremos. No le faltará, a esa
"mano de obra desocupada" mandantes ni mecenas. En un clima social de
desánimo político, donde el fin del ciclo kirchnerista no augura nada mejor que
esta decadencia y en el que las luchas sociales vuelven a estar adormecidas por
las narcotizantes demagogias electorales, las guerras en el poder se
desenvuelven por arriba, con toda la sociedad empobrecida reducida a simple
espectadora de la batalla de los amos.
EMPEZÓ LA CAMPAÑA ELECTORAL. "MAS
VIOLENTA DE LA HISTORIA"
En
medio de esa atmósfera de escándalo palaciego, pasan desapercibidos episodios
dignos de ingresar a la historia de la entrega y de la zaga de los cipayos,
como diría Jauretche. Los acuerdos con China harìan sonrojar de vergüenza al
viejo escritor nacionalista. Aun sin que se conozcan las cláusulas secretas, lo
que se ha sabido evidencia una capitulación que pocos gobiernos se hubiesen
atrevido a firmar. Las condiciones de franquicia en la que se desenvolverán las
inversiones chinas, la cesión de soberanía para su fiscalización, el permiso
para que ingresen mano de obra propia regida por sus leyes, la contratación
obligada y sin licitación pública de proyectos financiados por sus bancos, son
algunos, apenas algunos, de los puntos conocidos y son suficiente causal para
acusar de entreguista a la pandilla gobernante. Por supuesto que el gobierno
niega que estos acuerdos sean una versión moderna del Pacto Roca-Runciman,
pero, vale recordarlo, también negó que hubiese cláusulas secretas en la
negociación con Chevron-Rockefeller. Sin embargo, la semana pasada se supo que
YPF y el estado argentino le aseguran a la petrolera yanqui un precio mínimo de
$ 80 dólares por barril de petróleo, mientras la cotización internacional del
crudo se derrumbaba hasta menos de $ 50 dólares. O sea, Chevron tiene ganancias
aseguradas: no importa lo que pase con el precio real del petróleo, somos, como
siempre, socios en sus pérdidas pero apenas testigos de sus ganancias. Estos
dos hechos son ilustrativos de los costos ocultos de una política desesperada
para obtener los dólares imprescindibles que aseguren los negocios de
importadores y banqueros. Con las reservas arañando el final del pozo, con una
pronunciada baja del precio de la soja y con importantes vencimientos de deuda
a lo largo del año, la necesidad de abastecer de divisas al Banco Central es
una de las dos prioridades del gobierno. CFK necesita asegurarse que la
economía no desbarranque en corrida cambiaria o estallido social en su
despedida. Y para hacerlo no vaciló en arrodillarse ante Rockfeller y los
chinos. Tampoco dudará, si aparece la ocasión, en volver a endeudarnos ante la usura
internacional, sin importar que paguemos una tasa de interés tres veces mayor
que la que pagan Bolivia y Uruguay. La otra prioridad del gobierno, y en
especial de CFK, es frenar la embestida judicial, asegurar la impunidad del
círculo cercano, cerrar causas y apretar sobreseimientos, sobre todo en lo
referido a las fortunas mal habidas de la mayoría de sus funcionarios y
familiares. Pondrá a jugar a la nueva SIDE y a los espías de Milani, a Gils
Carbò y sus fiscales, a Justicia Legítima y a todos los jueces impuestos a lo
largo de estos años. Sin embargo, parece que conseguir esto le saldrá aún más
caro que los acuerdos con China y el resultado es incierto. Es que, en última
instancia, será el mal humor social y el rechazo popular al legado de hambre y
coloniaje que deja el gobierno, el que determine el clima y el desenlace de
estos últimos meses de gobierno del "falso-progresismo" kirchnerista.
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